A las seños de los niños mayores se les ocurrió una gran idea: hacer un taller de agua.
Para nuestra alegría bajamos un día al recreo y había dos bañeras grandes llenas, llenísimas de agua y juguetes, muchos juguetes. Nos dejaron jugar a todo lo que quisimos. Y lo que fue más divertido: ¡¡¡Nos podíamos mojar!!! Y eso hicimos: jugar y mojarnos.
¡Qué divertido! ¡Y qué bien lo pasamos! ¡Tendríamos que repetirlo todas las semanas.!